El otro día fuimos por unas alitas y unas cervezas con unos amigos. Estando allí, empezamos a discutir sobre ciencia y religión. La plática se puso intensa, y al final uno de mis amigos nos dijo: “¿Puedo hacerles una pregunta? Sé que todos tenemos una razón, un motivo detrás de todo lo que hacemos. En esta discusión, ¿ustedes tienen claro cuál es el motivo detrás de sus opiniones?”
Así, uno por uno, fuimos exponiendo nuestros motivos: crecer, disfrutar, convencer. Mi amigo prosiguió: “Creo que cuando en una discusión exponemos lo que pensamos, siempre tenemos el mismo motivo detrás: convencer al otro de que piense como yo. No todos lo aceptamos, pero todos lo tenemos. A mí, lo que me motiva para hablar justo ahora es convencerlos a ustedes de que estoy en lo correcto”.
Qué interesante, ¿no? Esa posibilidad de que, si somos muy honestos, todos en el fondo deseamos convencer y no ser convencidos. Convencer es ganar, ser convencidos es perder. ¿Por qué? ¿Qué orgullo hay en tener la razón? ¿Qué derrota hay en que el otro tenga ideas acertadas, lógicas, sustentadas, incluso más que las nuestras? O más allá de eso… ¿qué problema hay en que tengamos una perspectiva distinta?
Además, tenemos la idea de que en una discusión o se gana o se pierde. ¿Si no hay un ganador, si no se llega a una conclusión que se incline hacia un lado, discutir es entonces perder el tiempo? ¿No hay una posibilidad de ganar-ganar?
Decidí opinar al respecto, y le conté que para mí, una discusión, sobre todo en temas como estos, “filosóficos”, “polémicos”, “profundos”… tan subjetivos y debatibles… la postura más enriquecedora no es la de “convencer”, sino la de “escuchar y compartir”. Decir lo que opinas sin imponer, estar abierto a que lo que el otro opine tenga sentido para ti y tu opinión cambie o se alimente con la suya.
Mi amigo me dijo “cuando discuto, me gusta tener una postura firme con respecto a un tema y defenderla… y me gusta encontrarme con gente que también tenga convicciones firmes, con criterios sólidos. Las personas así son las que pueden influir en los demás, desafiar estatutos, cambiar las cosas. Me gusta encontrar a esas personas a las que no se les puede convencer porque están bien convencidas de lo que dicen… ese tipo de personas se ganan mi respeto… y así he decidido ser yo”.
Ya estaban cerrando las alitas, así que allí quedó la discusión. Pero me quedé pensando al respecto. Creo que es muy interesante lo que mi amigo sostiene: la gente de convicciones firmes es la que termina siendo líder de opinión. Pero entonces, ¿no se pueden tener convicciones firmes, y aun así, escuchar al otro con apertura a ser convencido? Y por otro lado, ¿no se puede exponer tus convicciones sin el objetivo de convencer al otro de que piense como tú?
Tal vez la respuesta sea “no”. Tal vez el ganar o perder sea inherente a discutir, porque ese es precisamente el objetivo. Tal vez estamos programados para eso, para la supervivencia del más fuerte, para que las ideas más firmes sobrevivan a las más débiles.
Si uno lo piensa bien… eso no es poca cosa. Habla de toda una cultura que hay detrás: tenemos bien arraigado en nosotros una necesidad de competir más que de colaborar: ganarle al otro en vez de que ganemos los dos. Aplastar al otro para sobrevivir yo.
¿Saben dónde se ve mucho esta cultura de la discusión para aplastar? En las redes sociales. Basta meterse a ver los comentarios de prácticamente lo que sea para darse cuenta de cuánto nos gusta discutir. Alguien da su opinión, otro se la discute, y si la discusión se prolonga lo suficiente, la cosa usualmente termina en ambos pendejeándose el uno al otro, corrigiéndose las faltas de ortografía e insultándose por cosas que no tienen ya nada que ver.
Claro que si partimos desde el “yo estoy bien y tú estás mal”… sinceramente, ¿qué otra posibilidad de interacción nos queda? Yo me he preguntado si no podemos desafiar ese estatuto de discutir para ganar. ¿Por qué no partir desde una postura de “yo tengo mi perspectiva y tú la tuya, veamos que podemos aprender el uno del otro?
Porque más allá de qué nos motive a tomar una u otra postura… a la larga, ¿qué consecuencias tiene ser de un modo o de otro, no sólo para uno mismo… sino para el mundo?
¿Tú qué opinas?
Déjanos un comentario y abramos la discusión, a ver qué sucede. Discutamos sobre discutir. PUM.